Salir al exterior y buscar fuera la legitimidad perdida en el interior es práctica común de los autoritarismos. Hoy, en México, es difícil pensar que Enrique Peña Nieto pueda caminar por cualquier calle sin ser cuestionado por sus ciudadanos, por su pueblo.
Desde el dos de julio, Enrique Peña Nieto se ha escondido del espacio público. Ni una palabra expresó sobre la Reforma Laboral (sus diputados lo hicieron por él), ni una palabra sobre los cuestionamientos de la elección (los j
Ahora, Enrique Peña Nieto viene a Europa a vender la historia de siempre: México está en paz, México es un país listo para el comercio, México es un Estado Democrático, México es un país que respeta los Derechos Humanos. Hablará de muchas cosas, de las cosas de siempre.
Pero no dirá otras cosas. Por ejemplo, que su política de seguridad es la misma que la de Felipe Calderón. No dirá que mientras fue Gobernador del Estado de México su Estado se convirtió en uno de los más violentos del país, que escondió las cifras sobre femenicidios para que no le afectaran en su campaña, que instruyó a la policía estatal para reprimir más manifestaciones que en ninguna otra región del país. De todas, la más obvia, la más cínica, la menos ocultable sucedió en Atenco. Se violaron derechos humanos de 206 personas; fueron abusadas sexualmente 26 mujeres y murieron dos niños. A Javier Cortés Santiago, de 14 años lo mataron a tiros y del gobernador no salieron sino justificaciones de su boca. Eso no lo dirá en Berlín, por supuesto.
Tampoco dirá que su carrera política se la debe a Arturo Montiel. Que el Ex Gobernador compró un castillo en Francia y que, durante seis años, utilizó todos los medios para protegerlo. No hablará de sus relaciones con Carlos Salinas de Gortari, de sus promesas a los oligarcas mexicanas una vez que ganada la presidencia, de las ordenes dadas a sus diputados para eliminar cualquier signo de transparencia sindical en la nueva Reforma Laboral, de su visión de México como empresa maquiladora donde quiere construir trabajos a siete pesos la hora.
Peña Nieto vendrá a hablar de democracia pero no dirá que su campaña costó 10 veces más que el límite presupuestal. No hablará de las transferencias bancarias a empresas fantasmas, de las averiguaciones en su contra por lavado de dinero, de las tarjetas Soriana, del caso Monex, de cómo compró la voluntad y el voto de los más pobres por unos cuantos centavos de euro.
De todo eso vamos a hablar nosotros. Y nadie nos va a callar.
Ven con nosotros a manifestarnos de forma PACIFICA.
¡Ve y dile a todos que la democracia en México es un fraude!
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