YETLANECI ALCARAZ.30 DE NOVIEMBRE DE 2012 ·
Berlín., (apro).- Para el obispo Raúl Vera, el país llega al cambio de gobierno devastado y con una clase política descompuesta, podrida, sin visos de cambio.
A pesar del oscuro panorama que se avecina, el jerarca eclesiástico sostiene que lo menos que puede hacer la sociedad es quedarse cruzada de brazos y dejar al país a la deriva. Por el contrario, plantea que la solución a los problemas del país tiene que venir desde abajo, desde el pueblo organizado y –subraya– tiene que comenzar ya.
Vera López llegó a esta capital alemana el pasado miércoles 28 de noviembre para participar este fin de semana en la conferencia internacional “México, ¿estado de Derecho?” que, con motivo de la transición presidencial, organizan de manera conjunta la Fundación Heinrich-Böll y la Coordinadora alemana para los Derechos Humanos en México.
Desde el primer día de su llegada, su agenda ha estado llena. Primero fueron estudiantes universitarios, luego actividades de derechos humanos y finalmente representantes del gobierno alemán con quienes ha pasado de reunión en reunión.
“Como en todos los viajes internacionales, tenemos que estar en diálogo con personas de los equipos de gobierno. Esta vez hablamos con ellos de los focos rojos que vemos, a partir de los diagnósticos que tenemos del país.
“Y lo que vemos es un país desvertebrado. Nos preocupa el futuro, no vemos un atisbo de cambio. Tuvimos un proceso electoral tan manoseado, con ahora un presidente electo que viene arrastrando pendientes de su gestión en el Estado de México, y que ya ha presentado una serie de iniciativas de reformas que lo único que nos deja ver es que el PRI está volviendo por sus fueros y pretende ser nuevamente un Estado controlador de todo”, dice.
Tal es el diagnóstico que el obispo de Saltillo presentó, en reuniones por separado, al jefe de la Unidad Latinoamérica del Ministerio del Exterior, Werner Schaich; al Jefe de la Unidad “Crimen Organizado” del Ministerio del Interior, Sven Berger; al presidente del Grupo Interparlamentario Germano-Mexicano, Jürgen Klimke; al presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento alemán, Tom Königs y a consejos de la canciller alemana, Angela Merkel.
En entrevista con APRO, Raúl Vera plantea su visión de país y el proyecto que, desde su punto de vista, podría sacarlo adelante.
–Con el regreso del PRI a la presidencia ¿estamos frente a una involución?
–Ya desde hace rato que entramos a la involución. Con el actual poder adquisitivo del salario mínimo tuvimos una regresión de muchos años. La pérdida de todos los derechos laborales es otra involución. El crecimiento del gasto público en el mantenimiento de un aparato burocrático, en el que sus altos niveles se dan lujos, con salarios desorbitantes, es otro ejemplo de ello. Estamos mal, vamos para atrás. Estamos planteando el futuro con muy malos augurios.
–¿Hablamos de un país sin esperanza?
–No. Yo no me atrevo a dejarles el camino libre. Habemos gente con esperanza, que estamos trabajando por los derechos humanos y por un país diferente, con justicia y equidad.
Es entonces cuando los ojos del obispo, que este año fue incluido en la lista de candidatos al Premio Nobel de la Paz, centellan y su voz se eleva.
“Estamos a tiempo de generar el cambio, de articular una nueva conciencia social y de generar procesos. Para ello, hay que apostarle a un trabajo de base con la ciudadanía, en la que ésta se convierta en sujeto constructor de su propia historia y se arranque esa idea de que los mexicanos tenemos lo que nos merecemos y además es irremediable”.
Se le plantean las dudas de que, con el inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto, las condiciones de colaboración desde arriba no sean las óptimas.
–Este hecho (el regreso del PRI a la Presidencia) ya no tiene remedio y tenemos que pensarlo de otra forma, de una forma alternativa. Para mí, el nuevo gobierno no es un problema (en este cambio) porque ni pienso en ellos. Ellos traen su rollo y si te detienes a considerarlos nunca lograremos nada. Se trata de lograr un cambio de cultura, de quitar una venda de los ojos, educar desde abajo para la democracia, y quitarnos esa visión paternalista el gobierno.
Para el obispo Vera el proceso de transformación que requiere el país se tiene que dar por fases, cuyo objetivo sea crear un Congreso constituyente conformado por el pueblo y que culmine con una nueva Constitución política.
“En primer lugar tendrían que participar las Universidades y los académicos serios del país. Habría que hacer un estudio minucioso de nuestra Constitución, que plantee todas las discordancias que tiene, por ejemplo, respecto a todos los tratados internacionales que México ha firmado; que analice todas las oquedades y todas las intenciones de todas las reformas hechos y por hacer que pretenden quitar soberanía a la nación.
“Una vez hecho este trabajo, pasaríamos a la segunda fase que es la socialización de la información. Para ello, necesitamos especialistas capaces de dinamizar grupos de gente. Es una fase en la que tenemos que concientizar al pueblo de lo que los legisladores han hecho con su Constitución. Hay que publicitar esa información y acabar con la ‘lavadera de coco’ para crear a pueblo crítico. Para ello, por supuesto, hay que ir a los barrios, a las renacerías, a las escuelas, entre las amas de casa, entre los obreros, campesinos. En todos los ámbitos. Y esto no es otra cosa más que un gran diálogo nacional que prepare el camino hacia un Congreso constituyente”, plantea.
A decir del obispo de Saltillo, vendría entonces una tercera etapa: la de reconstrucción de la Constitución. “Se trata de que todos participen diciendo qué falta, cómo desean que funcionen las cosas y tienen que ser ellos, los trabajadores, campesinos, obreros, médicos, etcétera, quienes definan la Constitución que necesitamos.
“A partir de estas ideas, comenzar a elaborar un primer borrador de nuestra Carta Magna. Paralelamente, durante este proceso, vamos conociéndonos todos. Ya sabemos quién es quién, quien trabaja y quien se compromete de verdad. Es así como van a comenzar a despuntar las personas que, por decisión popular, serán los representantes.
“Y así será como con una representación muy digna de esta Asamblea Nacional se llegará al Congreso de la Unión y–respaldados por el capítulo 39 de la Constitución que establece que el pueblo tiene la soberanía suficiente para cambiar en cualquier momento su forma de gobierno–a ocupar las curules para promulgar solemnemente una nueva Constitución”.
–¿Y un proceso así podría darse en paz?
–El día en que vean que el pueblo se moviliza, con todas las autoridades morales que haya dentro de él, como académicos, medios de comunicación y sociedad civil, veríamos si se atreven a evitarlo. Lo importante, y el objetivo de todo esto, es que el pueblo crezca sin liderazgos de ningún tipo porque eso no funciona. No repetiríamos los esquemas de los partidos políticos ni de los sindicatos. Es el pueblo el que tiene que ser el protagonista de su historia, todo dentro del marco de la paz, diálogo y participación comprometida. Necesitamos hacer esto en paz, con calma, y sin llevar a la gente en masa, sino en grupos de tamaño suficiente para que todos sean sujetos y crezcan.
–¿Existe el capital humano para ello?
– ¡Claro!, lo he visto por donde quiera que voy. Desde que soy obispo con lo único que me he encontrado es gente abandonada, riquísima. Los pobres campesinos, los obreros, nuestra gente, es el capital más precioso. El que quiera participar en este proceso al que me refiero tiene que entenderlo así: entrar como hermano de los hermanos de una forma horizontal y no vertical.
–¿En este proceso tienen cabida las instituciones políticas?
–¡Con esas ni contar! ¿Cómo podemos pensar en ellos para que cambien al país? No lo han hecho ni lo van a hacer. Hay que quitarnos eso de la cabeza. El gran problema de México, es la cultura política. No es ni la izquierda ni la derecha, es la misma cultura política.
Te aseguro que si la izquierda hubiera llegado al poder en el 2006 ahora estaría juntita. Los priistas para poder llegar al poder ahora están juntitos. Hay un dicho que dice: ahí donde está la carroña se juntan los buitres. Y, claro, si hay que repartirse el pastel. Disculpa el lenguaje pero te hablo de una política real. En este momento la política está sumida y prendida del modelo económico abusivo, nuestros políticos son siervos de un modelo económico salvaje. La política nacional está podrida, quebrada y no se compondrá queriendo ponerle parches.
Para el obispo Vera es ahora el momento de comenzar y la única manera de evitar una situación peor para el país. Como hombre de fe que es, está convencido que sólo en el interior de cada individuo se gestará el cambio. “Lo que propongo parte del principio que utilizó Gandhi, que es generar un ser interior que nadie puede mover. Es un trabajo y un proceso en donde hay una carga hasta mística de un ideal de sociedad que va a caminar”.
Y advierte, como cierre: “No tenemos otra opción: ¿Seguir parchando la política, lo es? No hay más”.
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