Denise Dresser, Vanguardia, 26/11/2012.
Los más de 63 mil muertos de la ‘guerra’ contra el narcotráfico y el crimen organizado, opaca cualquier logro de Felipe Calderón
Lo bueno:
• La política macroeconómica que convierte a México en un archipiélago de estabilidad en medio de la crisis global.
• El crecimiento económico a un ritmo relativamente bajo pero sostenido, y mayor este año que el de Brasil.
• Una reforma política que incluye temas como las candidaturas ciudadanas y otras formas de participación política.
• La política de fomento a las exportaciones que convertirá —según la revista The Economist— a México en uno de los principales exportadores a Estados Unidos para el 2018. “Made in China” se está convirtiendo gradualmente en “Made in Mexico”.
• La política de salud bajo el liderazgo de José Ángel Córdoba.
• La infraestructura cultural, producto de la imaginación visionaria de Consuelo Sáizar.
• El descenso de la violencia en ciertos lugares como Ciudad Juárez y Tijuana.
• El fortalecimiento de la Policía Federal y los esfuerzos por profesionalizarla.
• La clausura de Luz y Fuerza del Centro, una compañía ineficiente, rentista y rapaz.
• La interlocución que el Presidente tuvo con grupos de la sociedad civil, como el encabezado por Javier Sicilia.
Lo malo
• Los más de 63 mil muertos de la “guerra” emprendida contra el narcotráfico y el crimen organizado, hecho que opaca cualquier logro de Felipe Calderón. Será recordado como el presidente del sexenio más violento desde tiempos revolucionarios.
• El predominio creciente de Joaquín “El Chapo” Guzmán y cómo pareció volverse intocable en el sexenio calderonista.
• Los 56 periodistas ejecutados y los 13 desaparecidos.
• La obcecación personal de Calderón con una estrategia de seguridad contraproducente, que contribuyó a la dispersión de los cárteles y su incursión en otros ámbitos de actividad criminal.
• Franjas del país controladas por cárteles, grupos criminales y brigadas de mercenarios, como detalla Anabel Hernández en su nuevo libro “México en Llamas: el legado de Calderón”.
• La impunidad con la que actuó Genaro García Luna al frente de la SSP, en casos escandalosos como el de Florence Cassez.
• La política de telecomunicaciones que no empujó la competencia, el crecimiento y la competitividad en un sector clave, y que acabó por beneficiar a Televisa.
• El aumento en la pobreza, según el último reporte de la Coneval.
• La ausencia de una nueva ley de medios y que no se lograra — en todo el sexenio — la licitación de una tercera cadena de televisión abierta.
• La claudicación gubernamental frente a los monopolios, que prometió combatir.
• La alianza político-electoral con Elba Esther Gordillo, que llevó a la subordinación gubernamental a los imperativos del sindicato.
• Un sexenio “valiente” del cual el Gobierno se vanagloria, pero que deja al país con una violencia zozobrante.
• Un PAN sin rumbo, sin liderazgo, sin proyecto, sin una ruta para regresar al poder que torpemente ejerció.
• El regreso del PRI a Los Pinos, sin haberse modernizado y sin dar muestras claras de que quiere y sabrá cómo hacerlo.
Lo pendiente
• Una política económica que se centre en el crecimiento acelerado como primera prioridad.
• Una política de seguridad que se aboque a reducir la violencia antes que combatir las drogas. Una visión integral que abarque no sólo la reducción de la criminalidad, sino reformas significativas al sistema judicial y penitenciario también.
• Una reforma política que contemple la reelección de los legisladores y los presidentes municipales, y así crear incentivos para la rendición de cuentas.
• Una política anti-corrupción que vaya más allá de la creación de comisiones cosméticas, sin dientes y sin alcances claros.
• Una política educativa que le devuelva al Estado la rectoría que perdió y que obligue a los maestros a la evaluación continua de la cual dependerá su sueldo, su ascenso y su permanencia.
• La creación de un equilibrio fiscal justo, eficaz y sostenible ya que—como argumenta Carlos Elizondo —el pacto fiscal vigente en México está mal armado: el Estado cobra poco, gasta mal, y gasta más de lo que obtiene gracias a los ingresos del petróleo,
• Un Presidente capaz de entender que el Estado sólo será eficaz cuando pueda domesticar a los poderes fácticos que hoy lo acorralan.
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