Ahora -como en el 68- se nos persigue por la manera en que pensamos y las reivindicaciones ideológicas que tenemos.
Ser jóvenes, estudiantes, progresistas, revolucionarios, anarquistas, comunistas, o 132 nos convierte en delincuentes.
Los gobiernos (gobierno federal y local) nos señalan, persiguen, amenazan, detienen y siembran delitos por protestar, organizarnos y ejercer nuestros derechos.
En esta lógica de amedrentar y desmovilizar se busca criminalizar a organizaciones consecuentes como la Unión de la Juventud Revolucionaria de México (UJRM), organización a la que conocemos en el trabajo cotidiano y con la que nos solidarizamos.
¡Cerremos filas con las organizaciones hermanas!
¡Alto a la cacería de brujas que pretende desmovilizar!
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